Las empresas y organizaciones privadas enfrentan un entorno cada vez más complejo y volátil en el ámbito político. La globalización, la rápida evolución tecnológica y la creciente interconexión de los mercados, ha elevado la necesidad de considerar el riesgo político en la toma de decisiones.
Históricamente, la Pirámide DIKW (modelo de gestión de conocimiento a través de datos, información, conocimiento y sabiduría por sus siglas en inglés) ha servido como una representación del proceso evolutivo por el cual los datos brutos se transforman en sabiduría. En su base, encontramos datos sin procesar, hechos puros y simples. A medida que ascendemos, los datos se organizan y se convierten en información. Esta información, cuando se contextualiza y se aplica, se convierte en conocimiento. Finalmente, el conocimiento profundo, cuando es evaluado y reflejado, culmina en sabiduría.
No obstante, en el contexto del análisis de riesgo político, la tradicional “Sabiduría” parece insuficiente. La “Inteligencia Pública” emerge como una evolución necesaria, enfocándose en la comprensión y anticipación de tendencias políticas, cambios legislativos y movimientos sociales que podrían afectar a empresas y organizaciones privadas. Es un entendimiento activo y anticipatorio del entorno político, no simplemente una reflexión pasiva sobre el conocimiento acumulado.
La inteligencia pública implica, entonces, una interpretación activa de la realidad política, con el objetivo de asesorar y guiar decisiones empresariales. Va más allá del simple conocimiento, exigiendo un nivel de astucia y perspicacia que permite a las empresas navegar y adaptarse a un panorama político en constante cambio.
Es una inteligencia “pública” porque depende intrínsecamente del pulso de la sociedad, de entender sus demandas, inquietudes y cambios. En el mundo de hoy, donde los movimientos sociales pueden nacer en plataformas digitales y rápidamente influir en la política local o global, tener una comprensión profunda del panorama público es crucial.
Consideremos un ejemplo práctico: una multinacional planea invertir en un país que recientemente ha vivido protestas por temas medioambientales. Si bien puede tener acceso a datos e información sobre estas manifestaciones, y puede incluso desarrollar un conocimiento sobre las causas y consecuencias de las mismas, es la inteligencia pública la que le permitirá anticipar cómo estas protestas podrían evolucionar, cómo podrían influir en futuras políticas y qué impacto tendrían en su inversión.
En un mundo en el que las dinámicas políticas influyen cada vez más en el ámbito empresarial, redefinir y actualizar herramientas conceptuales se vuelve esencial. La “Inteligencia Pública” ,en sí, no es ni debería ser simplemente un ejercicio semántico sino conceptual y operacional. Es un reconocimiento de que, para prosperar en el entorno actual, las empresas y organizaciones privadas deben estar sintonizadas activamente con el pulso político y social, anticipando cambios y adaptándose con agilidad. Es un llamado a la acción, a ser pro activos y no simplemente reactivos, en un mundo políticamente complejo y volátil.

Ismael Del Toro Castro, Consultor en Inteligencia pública, ex Alcalde de Guadalajara Jalisco y del municipio de Tlajomulco Jalisco, así como ex Diputado Local del Estado de Jalisco, actualmente dirige la empresa de Inteligencia pública PolitIQ.